miércoles, 30 de abril de 2008

UNA DEUDA CON MILWAUKEE

Creo que ya he dejado pruebas palpables de mi inconstancia respecto de este cuaderno. Por otro lado, me resisto a dejarlo caer en el olvido. Ahora, me gustaría contar brevemente una pequeña anécdota. Poco después de publicar Los bosques de Wisconsin, una compañera llamó mi atención sobre un hecho que había pasado por alto al intentar recrear, en cierto modo, el contexto del estado americano de ese nombre: omití, por desconocimiento, que la mítica motocicleta Harley-Davidson había visto la luz en un garaje de las afueras de Milwaukee, allá por 1903. Más aún, hoy día se siguen fabricando en Wisconsin los tubos de escape que se instalan en las motos de la marca. Prometí, en su día, enmendar esa omisión escribiendo un poema en el que se hiciese referencia a la mítica marca y a sus legendarias motocicletas. Han tenido que pasar años para que fuese capaz de ensayar un poema sobre el tema. Os transcribo una primera redacción en su original catalán y en la traducción al castellano:

Música de Wisconsin

a l'Esther Carreras,
per pagar un deute amb Milwaukee


Sovint passa que oblides
les qüestions importants.

Enraones de coses i més coses,
descrius algun paisatge,
rememores un fet,

recordes una tarda sota un pi,
i aquell perfum de dona, els seus cabells.

Els voltors allà dalt, com aturats,

els esquirols torbant la migdiada.

Recordo, molt sovint, el meu Wisconsin,

on ja no tornaré.

I ara, que ja tinc prou llunyania

amb les paraules d’aquell temps passat,

escolto el so metàl·lic, musical
del tub d’escapament.
La meva Harley

trenant la melodia
d’uns dies fets a peu de carretera,

tot envoltat pel blat i la civada
i l’idioma de fum dels winnebago*

diluit sobre els rocs de les muntanyes.
Aviat seré gran per cavalcar,
no tornaré mai més al meu Wisconsin,

però, de tant en tant,
el meu nét acarona els seus cromats,

l'arrenca, suaument, per anar a fer un tomb
i sento, carrer avall,

la melodia de joventut,
com si la vida
fos
encara tants indrets per descobrir

i aquella llibertat de l'on the road.



Música de Wisconsin

a Esther Carreras,
para pagar una deuda con Milwaukee


Pasa, a veces, que olvidas
cuestiones importantes.
Hablas de cosas y más cosas,
describes un paisaje,
rememoras un hecho,
recuerdas una tarde bajo un pino,
y aquel perfume de mujer, su pelo.
Los buitres allá arriba, como si detenidos,
las ardillas turbando la calma de la siesta.
A menudo recuerdo mi Wisconsin,
al que no volveré.
Y ahora que me siento ya alejado
de las palabras de aquel tiempo pasado,
escucho el sonido metálico, musical
del tubo de escape.
Mi Harley
trenzando la melodía
de unos días labrados a pie de carretera,
rodeado del trigo y la cebada
y el idioma de humo de los winnebago*
diluido sobre las rocas de la montaña.
Pronto seré viejo para cabalgar,
nunca más volveré a mi Wisconsin,
pero, de vez en cuando,
mi nieto acaricia los cromados,
la arranca, suavemente, para dar una vuelta
y escucho, calle abajo,
la melodía de la juventud,
como si la vida fuese
tantos sitios aún por descubrir
y aquella libertad del on the road.



*Los winnebago son una de las tribus indias asentadas en Wisconsin, pertenecientes al grupo lingüístico sioux. El nombre winnebago, traducido, significa algo así como "pueblo de las aguas apestosas", haciendo referencia a las aguas ricas en algas del río Fox y del lago Winnebago. (Wikipedia).







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