miércoles, 1 de septiembre de 2010

HACE BUENO...

Hace bueno cuando un querido amigo y compañero nos trae un buen puñado de versos, de esos que te dan un buen bofetón, que te despiertan momentáneamente de la brutal anestesia de los días, que se te colocan en los ojos como unas descomunales gafas de aumento, mejor, como unos prismáticos, para ayudarte a ver la cruda realidad a través de la mirada lúcida y airada del poeta. Lo de ir de vuelta sólo está al alcance de aquellos que han ido, y Jordi Virallonga es de los que han ido y han vuelto varias veces antes de que los demás nos enteremos de cómo se coloca el mapa para poder emprender viaje. Más duro, más curtido que nunca, más mordaz y más tierno, más social, más humano, más poeta (y ya es difícil). Jordi es uno de esos poetas que no solamente escriben (que ya es mucho). Es un agitador, un activista, un lector empedernido, un traductor de primera división, un hombre entregado a la poesía y a los poetas. Su libro, "Hace triste", la punta del iceberg de una obra sólida y contundente, elaborada siempre sobre los cimientos de una realidad próxima y compleja, la del ser humano en su máxima expresión, la del hombre contemporáneo, el que sufre, el que maldice, el que se rebela, el que intenta conocerse y conocer al otro. Como un poeta de la magnitud de Virallonga y un libro de la calidad de "Hace triste" no necesitan prólogo alguno, el gran Antonio Gamoneda escribió para éllos un "Frontispicio" que es la envidia de todos los que nos hemos asomado a las páginas del libro. Después de la excelsa pieza de Gamoneda, cuarenta y siete poemas de la mejor poesía, áspera, punzante a veces, descreída y beligerante, que reconcilia al hombre con el hombre y delata unas cuantas jugadas fulleras del mundo que hemos construído con la participación de todos. Dejo aquí el mencionado Frontispicio y un par de muestras de lo que es el libro, para quien los quiera.



FRONTISPICIO PARA HACE TRISTE
DE JORDI VIRALLONGA

Como tú, en el espesor de los veranos, yo intento que la nieve vuelva al río
en el que nunca estuvo. Como tú, como nosotros,
que hemos huído para no volver
a nuestro pensamiento, a nuestro cuerpo
en los que quizá nunca estuvimos.

Hemos visitado, sí, lo reconozco,
ciertos lugares donde el tiempo es ausencia,
lugares sin lugar, como los de la serpiente
que no sabe volver y se demora
en su cansancio, y apenas es serpiente
que, por hacer algo, guarda celosa las maderas podridas.

Es verdad, no podemos decir que mañana haya mañana,
ni es posible saber
si estamos vivos y nos abrazamos.
No es posible saber; únicamente, hace triste.
En rigor, sólo estamos seguros de verdades inútiles;
a ti te ocurre como a mí:
solamente te fías de artefactos invisibles.

¡Qué le vamos a hacer! Estoy pensando
que lo mejor, quizá, es no hacer nada,
salvo cantar de vez en cuando y,
en todo caso, permanecer
borracho(s) como el sátrapa de Persia.

Hace sol y hace hastío, tú lo has dicho.
Pero no es sólo eso; lo peor
es que nadie se fija ya en el temblor de la cuchara,
nadie acerca su corazón a la cuchara y a su temblor;
nadie quiere saber que en la cuchara,
están las cifras y las profecías
relativas al rumbo de los justos y de los ministros imbéciles. 

Es igual. Vamos a descansar. Ven. Acostémonos,
si hace falta, en la cama del más triste.
Vendrá la muerte y no tendrá tus ojos
ni los míos. Da igual:
Venimos de unos labios que no existen,
no conocemos nuestro lugar porque no es
un lugar;  se trata sólo de una puta mierda.

Un día acabaremos. No quedará recuerdo
de nada, de nada ni de nada. Como ves, la jodimos,
o, dicho más suavemente, la cagamos.
Para siempre.



Nota exclusivamente preparada para doctorandos y hagiógrafos.
Antonio Gamoneda escribió este frontispicio en el tren Alvia León-Madrid
Chamartín de las 12.47 hs., Clase preferente, Plaza 05A, del día 16 de marzo
del año 2010, en razón y causa del libro Hace triste, de Jordi Virallonga.
Las palabras y frases que aparecen en cursiva pertenecen a la op. cit. et
auctoritas idem.




LA TIERRA PROMETIDA



Fui a ti como a salvar la piel
de un pirata cuando cuelga,
pero tú sigues la ley, que es la justicia,
y me denuncias porque pagas tus impuestos.

El amor sacerdotal de los libres te requiere
en la celebración del amor débil.
Yo te hablo de pasión, tú de respeto, 
del derecho que la ley te otorga.

Amiga, eres el delirio
de un mundo repodrido,
qué sé yo, ese olor a cloro de sentina,
algo de lo que viene siendo Europa.






MONÓLOGO DEL TRANSPARENTE


No puedes sospechar
que soy quien deseo que desees
mas no has de lamentar ni te es precio.
Desconoces el azar que a dos mesas
ni te pesa ni te quita, a ti te da lo mismo.
Un hombre nunca vale un reino
aunque quizá valga la pena.

Ers una reina que no sabe desear,
te escribo a ti que ni me observas;
yo sigo en este bar donde te miro,
borracho, como el sátrapa de Persia.