POEMAS DE "LOS BOSQUES DE WISCONSIN"








 


    PALABRAS


Todo lo que me dices
no son más que palabras. Sin embargo
hay palabras hermosas que duelen como el hielo,
como los labios
en su muerte de cada madrugada,
que rozan la penuria
de nuestras inexactas latitudes.
Hay palabras desnudas,
palabras que no sirven para nada,
y sin embargo arrastran nuestros cuerpos
por el lecho de barro de la aurora
en busca de unos ojos asesinos
que maten para siempre nuestro miedo.
Hay palabras gastadas
que alimentan la fe del solitario
y seducen al loco, al que comprende
y sonríe seguro de sí mismo
frente al televisor del manicomio.
Hay palabras que el viento se las lleva
y palabras de mármol
que vigilan el sueño de los justos,
donde se pudre el verbo
al ritmo vil de los invertebrados.
Hay palabras que llegan a destiempo,
como trenes llamados al letargo,
con sus luces cansinas persiguiendo otros túneles.


Hay palabras que llegan a las manos
y manos que se posan, silenciosas,
como falsos testigos en la noche,
en los nombres de todos los culpables.






   LOS BOSQUES DE WISCONSIN


Allá dejé los bosques,
los árboles caídos
y la madera triste de los días;
el canto de los grillos
en la lenta figura de la noche estrellada;
las siluetas perplejas de los míos;
el encendido rubio entre tus hombros
y el verano de moscas incansables
en el que, muy despacio
fuimos reconstruyendo nuestros nombres.
Recuerdo vagamente los bosques de Wisconsin,
aquel ardiente sol de media tarde
y tu lengua abrasando mi silencio.
Ahora lucho con todas estas calles vacías
e intuyo una frontera de gemidos
perdidos para siempre
en la colcha raída de los tiempos.


No volveré a Wisconsin...
pero no dejes nunca de esperarme.




   ADIÓS

Decirte adiós ha sido
como sacar billete de vuelta
hacia mí mismo.




   Naces de la quietud de las palmeras.
Erguida y altanera subviertes el paisaje.
Trazas la diagonal que nos acerca
sin desviar los ojos.
Me ignoras, afortunadamente.
Al fin, nos damos mutuamente alcance
y en un instante oscuro confluyen los olores:
tu aroma penetrante de ramera
y mi obsceno sudor de solitario.
No puede haber mayor intimidad,
ni puede haber, después, mayor vacío.




   SUCESO EN CENTRAL PARK

Le clavé mi Montblanc en todo el pecho.
Le dejé el corazón atravesado.
Después llegó, por fin, la policía
y yo recuperé la estilográfica,
recuerdo, para mí muy estimado,
de mi primera esposa. Dios la tenga
en su gloria. Dios la haya perdonado.




   PROFUNDA REFLEXIÓN DE UN NEOYORQUINO
   ACERCA DE LOS BOSQUES DE WISCONSIN

Cada vez que me siento sobre el water
pienso en los verdes bosques de Wisconsin,
que existen para gloria del Señor,
para solaz de todos los humanos
y, por qué no decirlo, finalmente,
para que yo, en New York, me limpie el culo.
¡Dios conserve los bosques de Wisconsin!




   UNO CINCUENTA

Medir uno cincuenta es un problema,
mas no cuando se tienen dos cojones
y una magnum calibre treinta y ocho.
Hasta el hombre más grande se arrodilla
haciéndome un gigante a su presencia
tan solo con mostrarle mi pistola
y hacerle alguna seña insinuante,
como los tipos duros en el cine.

Es obvio, si se tienen dos cojones
y una magnum calibre treinta y ocho,
medir uno cincuenta no es problema.




   PSYCHO-KILLER NUMBER ONE

Deposito
mi breve libertad en tu silueta,
mis fraudes en tus manos.
Me encomiendo a los broches de tu piel,
a tu tacto surgido de la noche. 
Soberbio, me supero en la acrobacia,
y en la dicotomía,
en el ser o no ser de este momento,
resuena una campana,
resbala mi cuchillo por tu carne,
llueve sobre Manhattan
y me venzo a mí mismo en el pecado
de haberte poseído.

Saberte destruída me libera,
en tanto tus despojos fructifican,
dispersos,
sobre la alfombra gris de las aceras.




   ISLAND OF TEARS

Habrá un mar, no lo dudo,
más allá de esta lánguida escollera,
pero aquí, de este lado, sólo queda
el litoral desierto de mis ojos,
el roto acantilado de mis labios
y un náufrago deseo de tenerte.




   LA ÚLTIMA PREGUNTA DE ESTA NOCHE

La última pregunta de esta noche 
no será sobre Dios ni sobre nada
profundo y trascendente.
No será sobre el tiempo y el espacio,
ni sobre los secretos de la vida,
ni sobre metafísicas ni epistemologías.

La última pregunta de esta noche
será sobre nosotros, igual que cada noche,
e igual que cada noche, quedará sin respuesta.


                                   [De Los bosques de Wisconsin. 2004]