miércoles, 27 de mayo de 2009

LO QUE DICEN LOS MUERTOS

Lo que dicen los muertos lo dicen con palabras que dejaron aquí, abandonadas a su suerte y en las manos de unos cuantos cazadores de palabras de muertos. Palabras de muerto son palabras de muerte disfrazadas de vida, revestidas de la vida que fueron y la belleza que exploraron (o la fealdad que sufrieron). Palabras de muerto son palabras con una vida perpetua, con un recorrido sin final. Sobre papeles viejos con palabras de muerto, con palabras de muerte, queda retratada la vida que fue. Todos nos acabamos y por temor a ese acabamiento [algunos] vamos dejando señales por el camino, por si fuera posible algún modo de regreso, por si fuera posible que alguien nos acompañe en ese viaje.
Palabras de muerto Benedetti, que se ha ido por ese camino dejando un millón de señales. Yo te acompaño siguiendo las señales, tus palabras de muerte, tus palabras de muerto que me atan a la vida, porque no queda otro remedio que vivir interpretando las señales, leyendo el interminable poema del mundo.
Palabras de otros muertos no tan rezados, no tan llorados, no tan recordados, pero no menos muertos con palabras de muerte con palabras de muerto. Hace unos años (pocos) se fue Martí i Pol dejando sus palabras de muerto palabras de muerte y se fue Vázquez Montalbán dejando sus palabras de muerte palabras de muerto. Fueron miles, cientos de miles, los que les lloraron como se llora a los hacedores de palabras de muerte palabras de muerto. Pocos días más tarde se iba otro hacedor de palabras de muerto palabras de muerte al que muchos conocían pero otros muchos no, porque no estaba tan de moda, porque es menos políticamente correcto conocer y celebrar a figuras más conservadoras (desde un presunto punto de vista político), porque para unos era catalán y para otros un catalán que a veces escribía en castellano o por lo que sea. El caso es que los dos primeros tuvieron sus homenajes y sus plañideras de forma unánime y multitudinaria, pero el último apenas dio que hablar, exceptuando algunos diarios y publicaciones que le dedicaron buena parte de su atención. A servidor, como poeta, es el que más le gustaba de los tres, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que recuerdo con mucho cariño y con una casi sonrisa los versos de Benedetti, quiero transcribir un poema de Joan Perucho, en primer término, otro de Benedetti que es de los pocos que puedo recitar (en parte) de memoria, otro de Vázquez Montalbán y, ya puestos, uno de Martí Pol. Por cierto, que los cronistas no han parado de mostrar poemas de Benedetti musicados por Serrat, y a nadie se le ha ocurrido, por ejemplo, que un excelente cantautor llamado Enric Hernàez hizo lo propio en uno de sus discos (Oh poetas salvajes) consiguiendo una versión exquisita y digna de los mejores paladares musicales.


DESOLADA VISIÓ DE L'EBRE

Penso en aquesta aigua silenciosa
que va baixant.
S'atura com si sabés que és pensada
en la gran calor del desert.

Brillen els cotxes sota el sol,
sota questa pols que el vent s'emporta
cap a les terres de garriga,
ermes i assedegades, solitàries.

I veig les teves lentes aigües roges,
malenconiós riu que fuges
per un camí mil·lenari,
sense desig, sense fortuna,
mandrosament absort.

[Joan Perucho]



DESOLADA VISIÓN DEL EBRO


Pienso en esta agua silenciosa
que va bajando.
Se detiene como si supiese que es pensada
en el gran calor del desierto.

Brillan los coches bajo el sol,
bajo este polvo que se lleva el viento
hacia las tierras de garriga,
yermas y sedientas, solitarias.

Y veo tus lentas aguas rojas,
melancólico río que huyes
por un camino milenario,
sin deseo, sin fortuna,
perezosamente absorto.


[traducc. J. A. Arcediano]




MONSTRUOS

Qué vergüenza
carezco de monstruos interiores
no fumo en pipa frente al horizonte
en todo caso creo que mis huesos
son importantes para mí y mi sombra
los sábados de noche me lleno de coraje
mi nariz qué vergüenza no es como la de Goethe
no puedo arrepentirme de mi melancolía
y olvido casi siempre que el suicidio es gratuito
qué vergüenza me encantan las mujeres
sobre todo si son consecuentes y flacas
y no confunden sed con paroxismo
qué vergüenza diosmío no me gusta Ionesco
sin embargo estoy falto de monstruos interiores
quisiera prometer como Dios manda
y vacilar como la gente en prosa
qué vergüenza en las tardes qué vergüenza
en las tardes más oscuras de invierno
me gusta acomodarme en la ventana
ver cómo la llovizna
corre a mis acreedores
y ponerme a esperar o quizás a esperarte
tal como si la muerte fuera una falsa alarma.

[Mario Benedetti]






INÚTIL ESCRUTAR TAN ALTO CIELO
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata
inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas


[Manuel Vázquez Montalbán]




NOCTURN

A l'angle del carrer de París i l'Avinguda de Roma,
al bar "l'Estrella", les vigílies de festa,
s'encén un rètol lluminós que anuncia
una beguda d'origen nord-americà.
El barri és nou i trist,
amb cases magres, desiguals, i un aire espès
amb tuf de cuina pobra.
Als carrers sense asfalt s'hi formen tolls
i la llum hi escasseja.
Molts diumenges al vespre,
l'amo del bar "l'Estrella" encén altra vegada
el rètol lluminós i s'embriaga.
La proclama, agressiva, crema tota la nit.
Les dones que treballen
al primer torn i que es lleven de fosc
agraeixen el gest
amb un somriure de complicitat
carregat de tendresa.


[Miquel Martí i Pol]




NOCTURNO

En el ángulo de la calle de París y la Avenida de Roma,
en el bar "La estrella", las vísperas de fiesta,
se enciende un rótulo luminoso que anuncia
una bebida de origen norteamericano.
El barrio es nuevo y triste,
con pocas casas, desiguales, y un aire espeso
con tufo de cocina pobre.
En las calles sin asfalto se forman charcos
y la luz escasea.
Muchos domingos, al anochecer,
el dueño del bar "La estrella" enciende de nuevo
el rótulo luminoso y se embriaga.
La proclama, agresiva, arde toda la noche.
Las mujeres que trabajan
en el primer turno y se levantan
cuando aún esta oscuro
agradecen el gesto
con su sonrisa de complicidad
cargada de ternura.

[Traducc. J. A. Arcediano]





EL EXTRAÑO

a veces el extraño
se cuela entre los surcos del papel
y abandona
palabras de muerte palabras de muerto
en un intento estéril de parar las aguas
a veces el extraño
te habla desde dentro
con la voz gastada
por tanta sequía
a veces en su nombre dejas también palabras
de muerte de muerto
de íntimo enemigo
que espera
en vano
el año de la lluvia.

[J. A. Arcediano]



domingo, 17 de mayo de 2009

UN PLACER, SEÑORAS



Durante estos últimos días he tenido el placer de conocer personalmente a María Victoria Atencia, poeta malagueña de larga trayectoria y de lírica intensa, medida y musical. Presentarla en el ciclo De pensament, paraula i obra me permitió releer gran parte de su obra y comprobar personalmente con qué facilidad y naturalidad se desprende de toda obligación respecto al juicio crítico acerca de sus versos. Eso es cosa de los críticos, dice con buen criterio y sin complejos. Yo bastante tengo con escribir los poemas. Qué razón tiene y qué ejercicio tan sano y humilde. Creo que el poeta conoce a medida que escribe, y no siempre (como dice Mª Victoria) acaba de comprender aquello que ha creado. Sólo puede dar razón de una intuición poderosa, que le empuja a la escritura y que la abre los caminos del verso. Quede aquí el testimonio poético de María Victoria Atencia, una de las grandes voces de nuestra lírica.





HISTORIA


Oh trance de los míos, vivido en propia piel:
sé benigno conmigo.
Si en todo fin está
la huella del comienzo,
déjame holgar despierta con esta historia mía
el resto de mi muerte.






De un modo diferente (gracias a un regalo inesperado) he podido leer algunos poemas de otra excelente autora, muy distinta -desde un punto de vista estético- a Mª Victoria; lejana geográficamente, pero de su misma generación (al menos desde un enfoque meramente cronológico). Idea Vilariño, uruguaya, recientemente fallecida y difícil de olvidar por su dicción sencilla y contundente, reiterativa y ágil, cercana e inquietante:


























QUÉ HORROR



Qué horror
si hubiera dios
y si esas dos estrellas
pequeñas parpadeantes y gemelas
fueran los dos ojitos
mezquinos
acechantes
malévolos
de dios.