NO
No vamos a entregar nuestra alegría.
Seguiremos riendo los chistes sin sustancia
y las bromas neuróticas
de un judío canijo
que ha reducido el mundo a su Manhattan
hedonista y burgués,
con ese pesimismo contenido,
abandono ilustrado, decadencia
de los bien educados en colegios
de élite, banderas
de una inteligencia programada
para subirse al carro,
para tomar las riendas,
para sacarle el jugo
a este mundo sin dioses.
No vamos a entregar nuestra alegría,
ni a luchar contra nadie
para imponer ideas o costumbres.
Haremos nuestra apuesta más sincera
desde cualquier invierno,
desde la periferia,
desde algún descampado del Bronx o de La Mina,
a ritmo de hip-hop,
o mejor aún, por bulerías.
Por más que insistan, no,
no vamos a entregar nuestra alegría,
no vamos a entregar nuestra alegría,
no vamos a entregar nuestra alegría.
En Park Avenue no se comen callos!
[Jesús G. Aguagria.
Proyecto vital en la desembocadura del río Besós. 2008.
Acrílico sobre tela. 162 x 130 cm.]
ESPACIO
Todo podría empezar
en una calle de Cavalo Morto
y acabar cuando tenga que acabar
en un rincón cualquiera,
fantasmal, de la vieja Comala.
Lêdo Ivo sería
una suerte de demiurgo amable,
como un procreador supremo y apacible.
Rulfo, un demonio travieso
dibujando presencias, acordonando
al último de nosotros
entre fiebres y nieblas.
Entre Cavalo Morto,
donde las muchachas aman a los soldados,
y Comala, la brumosa,
donde las sombras fagocitan
la memoria del último hombre,
hay una realidad por escribir,
un jardín que pintar sobre las aguas,
un Himno a la Alegría por cantar,
un árbol exultante de manzanas
que brillan bajo el sol, como si fueran
las monedas perdidas, las palabras
en el sueño del viejo Lêdo Ivo.
Lago en el sueño de Polífilo de F. Colonna. 2009.
Acrílico sobre tela. 60 x 60 cm.]
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